Hoy ha sido un excelente día. ¡Cómo todas las mañanas de
misión! Cuando uno sale a misionar solo
lleva la confianza, el ánimo, la certeza de que regresará contento, pero, también
el temor de que vamos pocos, de que hay un partido de futbol importante y tal
vez no nos abrirán las puertas, y de que
los misioneros somos tan imperfectos y desvalidos no solo en lo físico (la
artrosis), sino en lo espiritual, en la
formación, en las miserias nuestras personales.
Pero, al regresar, todo eso no importa nada. Lo físico se
toleró y a veces se olvidó.Lo espiritual fué complementado con largueza con la
efusión del Espíritu que se hace presente en el momento que Él quiere para
compensar nuestra poquedad y carencia. “No se preocupen por lo que han de
decir, ...” dice Nuestro Señor y eso lo hemos experimentado frecuentemente
durante la misión. Muchas veces después nos hemos preguntado: ¿cómo dije eso?,
¿de donde lo saqué?, comprendemos que ha sido el Señor que se ha apiadado de
sus pobres servidores con su precaria capacidad, y nos ha sustentado. Bendito
sea Dios.
Hoy nos hemos encontrado en nuestro recorrido misionero, en
las mismas calles, con los Testigos de Jehová. Ellos eran cerca de 30, nosotros
éramos 4. Pero, entramos a 3 casas,
ellos a ninguna.
Cada día nos convencemos más de lo necesario e impostergable
que resulta formarnos para evangelizar, catequizar y formar a la gente.
Hemos visitado en diversas oportunidades, también hoy a
personas que reciben literatura de los Testigos, de los mormones, de los
Adventistas, hablan y escuchan a los evangélicos, y consideran que: todas las
religiones son iguales, todas conducen y alaban al mismo Dios, da lo mismo
estar en cualquiera o en ninguna y rezar en la casa. Hay personas que van un
día a una y otro día a otra, y leen de todo, pero...eran bautizadas católicas.
Hay mucha ignorancia de la fe, muchísima confusión. Y eso es
solo un aspecto. Hay también muchas personas que influenciadas por los medios
de comunicación, han cambiado los valores cristianos, y consideran convenientes
y justos conductas y actos que nuestra Iglesia condena. Debemos en esos casos
hacer luz sin ofender y con caridad, pero, obedecemos el mandato de Nuestro
Señor, quien nos envía y de su Iglesia, miembros suyos somos: debemos hacer luz. Hace falta mucho,
mucho, mucha misión y muchos misioneros. Falta evangelización, sobretodo falta
Nuestro Señor en esta sociedad.
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