Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo. DA 29

lunes, 15 de mayo de 2017

A eso vamos.

Hoy es #Fátima. Hoy conmemoramos el Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima.
El Papa en Portugal ha canonizado a Jacinta y Francisco Martos, como creemos que debió haberse hecho hace años. ¿Por qué no eran ya santos de altar, si no pueden estar en otro lugar que no sea el cielo? No sé. Pero, han sido ahora declarados santos y muchos nos alegramos. Nos alegramos por nosotros, no por ellos, que están en la máxima gloria desde hace cien años.

Hoy me ha sido respondida una pregunta que me rondaba hace tiempo. Y más fuertemente desde la semana pasada. ¿A qué vamos a la Misión? ¿A qué salimos? ¿Cuál debe ser nuestro acercamiento a las personas? ¿Vamos a enseñar la Fe, a catequizar? ¿De qué manera? ¿A qué vamos?
Hoy, porque es Nuestra Señora de Fátima, como un regalo, en un momento, en un instante, casi distraída, pendiente de otra cosa, escuché un pensamiento, unas palabras pronunciadas en mi mente, pero, como si no fueran mías: " A consolar".
Y es de lo más cierto que he escuchado.

Vamos a consolar las heridas que tiene la gente, a confortar, a fortalecer las almas de los daños que hace este mundo duro y brutal a los seres humanos que ama el Señor y que no se pueden defender de los golpes, porque no conocen o se han alejado de Dios.
Por eso no saben, o no recuerdan que Él los ama, ni cómo ni cuánto desea consolarlos. No recuerdan cómo quiere que sus vidas en esta tierra sean felices, y que mientras más a Su manera sean sus vidas, más felices serán.
Han olvidado que Él murió por Amor, que resucitó y que se ha ido a prepararnos un lugar para que también estemos con Él donde Él está. Les recordamos que Dios nos ama. Que Dios nos da Su paz si se la pedimos. Que nos pide vivir como Él nos enseñó a vivir.
Y que Dios nos regala la única Vida digna de ese nombre.
A eso vamos.









sábado, 6 de mayo de 2017

Inicio 2017: "Enséñenles a cumplir todo lo que Yo les he mandado."



 Hoy, después de Semana Santa, y por lo tanto después de celebrar la Resurrección del Señor, que es lo que da Vida a la Misión, a la Iglesia y a la Humanidad, comenzamos la labor de este 2017.

Un día frío,con calles solas. Con ánimo y entusiasmo salimos a recorrer y llamar a las casas.
De viva voz, presionando timbres o con la ayuda de los perros que le avisan a sus amos que alguien está en la puerta, llamamos a 25 casas. Nos abrieron 6. De esas, 4 deberemos volver el próximo sábado y las otras dos nos aseguraron que eran mujeres católicas, pero, no querían a los sacerdotes y no asistían a Misa. Rezaban en sus casas.  Y tampoco les interesaba la Bendición.
O sea, no entramos a ninguna.

Mi hermano Julio, con quien vamos, me rebatía cuando yo insistía en que "no hemos hecho nada".
En primer lugar, tenemos 5 visitas para el próximo sábado, las 4 casas y una señora que nos encontró en la calle y nos pidió que fuéramos porque necesitaba mucho la visita a su hogar.
En segundo lugar,está el testimonio: Salir con nuestras cruces al cuello llamando a los hogares para hablar de Jesucristo y Su Reino.
Y en tercer lugar, las conversaciones, aunque fueron cortas, con esas personas que nos dijeron NO.
De todas nos despedimos, después de conversar brevemente, deseándoles que Dios las bendijera. Si creemos que llevamos al Señor, que es Él quien envía y a Quien llevamos, esa corta conversación no habrá sido en vano. Nuestro Señor se las arregla para entrar por la más pequeña abertura que le dejemos. Y ellas nos escucharon. Algo habrá quedado dándoles vuelta, algo les incomodará, algo recordarán. Algo llamará a su pensamiento y a su conciencia.

Eso, aunque no hayamos entrado a ninguna casa ni bendecido ninguna familia, hace que las pequeñas nubes se disipen.
Una hermana-en ésto de las pequeñas nubes- me dijo hace unos días que ya no era necesaria la misión, porque el Arzobispado había llamado hace unos años (2014) y ya no había llamado más. Eso se había terminado. ¿Para qué salíamos?
Lo conversé con nuestro párroco, y su respuesta fue lo que mi corazón me dice cada vez que pienso en el tema:
"La obligación de la Iglesia es evangelizar, para eso existe. Esa fue la labor que nos dejó Nuestro Señor antes de subir al Cielo. Para eso fundó su Iglesia. Y la Misión es parte de la evangelización, porque no toda la gente viene a la parroquia. La Iglesia siempre debe estar en misión."

Y yo recordé esos maravillosos versículos de San Mateo: 
"Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautízándolas en el nombre del Padre,y del Hijo y del Espíritu Santo. Y enséñenles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y he aquí que Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo."