¿Qué ocurre en una familia con tres hijos, cuando es abandonada por el padre? ¿Qué pasa si un día el padre simplemente se va? Porque encontró otro ¿amor?, porque se hizo alcohólico, porque era drogadicto, porque sencillamente llevar una familia, trabajar, escuchar y ayudar a resolver problemas, vivir con carencias y estrecheces es más de lo que quiso soportar.
¿Qué pasa con los hijos? ¿Qué pasa con la esposa?
Hoy en la mañana entramos a una casa con tres niños: la
mayor, tierna y madura, una “dueña de casa” de solo 15 años. Su hermano, el
“puntal de la casa” de 12 años, y el pequeño “futbolista profesional”
hiperactivo de 3 años.
La madre trabaja toda la semana, la hermana postergó su
colegio y todos viven expectantes y
solos el abandono.
El Señor hizo que llamáramos a su puerta y que tuvieran la
confianza de abrirnos.
La hermana de 15 años
leyó Mateo 15, 29 - 39, y la interpretación
de tan bello texto fue la que necesitaban escuchar.
El Espíritu Santo quería decirles que lo que sea que les
pase, les duela, los haga sufrir, temer, llorar, todo lo confíen en sus manos,
que de corazón le hablen a Su corazón, y Él los sanará y hará el milagro de
multiplicar cuánto necesiten para ser felices. Los incentivamos a orar, a leer
Su Palabra, y a acercarse a los sacramentos que les faltan.
No salimos hoy día a otra cosa, si no a dar testimonio de la
infinita misericordia y amor de Nuestro Señor, que se duele de nuestros
dolores, que quiere acompañarnos, hacernos cariño y sobretodo tomar en sus
manos benditas nuestra pena, nuestro sufrimiento y nuestra angustia y dolor,
devolviéndonos solo paz y alegría.
Hoy, de nuevo y como casi siempre sentimos nuestra la
alegría de los discípulos que regresan de la Misión: “Señor, hasta los demonios
se nos someten en tu Nombre”. Nunca hemos tratado con uno de verdad, pero hoy
tratamos con las consecuencias de su acción: el dolor del desamparo, de la
orfandad, con la desesperanza y la desprotección, con la soledad de la
ausencia.
Sabemos que el remedio para todos los males es Nuestro Señor
Jesucristo. A Él les llevamos, Él quiso hoy ir a verlos.